La agricultura ha sido una piedra angular en la historia de la humanidad. Este acto de cultivar la tierra no solo nos permitió dejar atrás una vida nómada, sino que también fue fundamental para el establecimiento de poblaciones y el desarrollo de otros tipos de técnicas y conocimientos alrededor de la naturaleza y sus cultivos. En este artículo, exploramos la evolución de la agricultura, cómo se ha alejado de ser un estilo de vida para convertirse en una industria, y por qué es crucial regresar a producir nuestros alimentos con prácticas que protejan la biodiversidad y promuevan la agricultura regenerativa.
Agricultura ancestral: Fundamento de la cultura.
En sus inicios, la agricultura estaba basada en la biodiversidad del entorno y sus ciclos naturales. Esta forma de vida era no solo sostenible, sino también el fundamento de lo que hoy conocemos como cultura; las técnicas y conocimientos se pasaban de generación en generación, creando un legado vivo que conectaba a las personas con la tierra.
Sin embargo, con el avance de la industrialización y la globalización, este modelo comenzó a cambiar. Hoy en día, la agricultura familiar y comunitaria ha sido reemplazada en gran medida por la agricultura industrial, que se enfoca en la producción masiva, a menudo a expensas del medio ambiente y la salud de las personas.
¿Qué problema estamos resolviendo con esta producción masiva? ¿Tiene sentido sacrificar espacios naturales para esta sobreproducción de alimentos? Según Mónica Mena Roa, Data Journalist en statista, “Al menos el 17% de los alimentos disponibles para los consumidores se desperdicia (931 millones de toneladas de alimento terminan en la basura)” y hablamos solo de los alimentos que llegan a estar disponibles, sin contar los que se tiran por no cumplir ciertos estándares estéticos.
Cuando se habla de los posibles motivos del origen de la agricultura, los científicos del CSIS exponen en el libro “El Neolítico” varias hipótesis para dar respuesta a esta cuestión:
“La primera sería una explicación poblacional, como respuesta a una crisis alimentaria causada por el crecimiento demográfico, en un momento y condiciones determinadas. Otra sería la hipótesis climática, es decir, que las novedades llegaron en respuesta a un cambio climático que limitó los recursos de las sociedades cazadoras-pescadoras-recolectoras”.
Y la tercera teoría sería una explicación cultural, donde “las comunidades que vivían de la caza, pesca y recolección llegaron a un nivel de dominio de la naturaleza y desarrollo tecnológico y social que les permitió iniciar el cambio”, afirman. “Aunque son diferentes, las tres hipótesis no son excluyentes entre sí, sino que podrían combinarse para obtener una visión más precisa”.
Pareciera que logramos potenciar estas tres hipótesis y con la intención de alimentar a una población creciente, generamos un cambio climático que propicia la necesidad de dominar técnicas de cultivo industriales que nos alejan de la naturaleza de mala manera.
La agricultura industrial y sus efectos.
La transformación hacia un modelo de agricultura industrial ha traído consigo efectos devastadores. El ejemplo más claro son los monocultivos, una práctica común en esta industria, consiste en plantar una sola especie de cultivo en grandes extensiones de tierra. Aunque esta técnica puede aumentar la eficiencia a corto plazo, genera un desequilibrio que arrastra consecuencias que también tiene un impacto directo en el medio ambiente y en la economía de pequeños productores.
El uso intensivo de pesticidas y fertilizantes químicos, necesarios para mantener estas grandes plantaciones, no solo afecta la calidad de la producción, sino a la degradación del suelo, la contaminación de las aguas y por consecuencia la pérdida de hábitats para muchas especies. Como resultado, la agricultura, que alguna vez fue una práctica que enriquecía el ecosistema, se ha convertido en una de las principales causas de pérdida de biodiversidad a nivel mundial.
Más comida y menos nutrientes.
Además del impacto ambiental, la agricultura industrial ha afectado la calidad de los alimentos que consumimos. Estudios recientes han demostrado que los cultivos producidos en masa contienen menos nutrientes que aquellos cultivados en sistemas agrícolas más diversificados y respetuosos con la naturaleza. La razón es simple: el agotamiento del suelo y el uso intensivo de productos químicos limitan la capacidad de las plantas para absorber y generar nutrientes esenciales.
Si quieres profundizar en el tema, aquí tienes un artículo de National Geographic que habla de ello.
Esto significa que, a pesar de la abundancia de alimentos, nuestra dieta puede estar menos nutritiva que nunca. Es un ejemplo claro de cómo la búsqueda de eficiencia y rentabilidad en la agricultura ha sacrificado la calidad de vida y la salud tanto de las personas como del planeta.
El regreso a la agricultura sostenible: regeneración de ecosistemas y economías locales
Afortunadamente, no todo está perdido. En los últimos años, ha surgido un movimiento global que aboga por una agricultura regenerativa. Esta forma de cultivo busca restaurar la biodiversidad y la salud del suelo a través de prácticas como la rotación de cultivos, el uso de abonos orgánicos, y la integración de sistemas agroforestales que imitan el funcionamiento de los ecosistemas naturales.
En Cryptocafé, creemos firmemente en este enfoque. Los agricultores con los que colaboramos se han comprometido a cultivar el café de manera sostenible, asegurando no solo un producto de alta calidad, sino también un proceso de cultivo que respeta el medio ambiente y tiene impacto directo en las comunidades locales. La agricultura sostenible no solo protege la biodiversidad, sino que también permite a las familias de agricultores recuperar su independencia económica y cultural.
El regreso a prácticas agrícolas sostenibles y regenerativas trae múltiples beneficios. Primero, la salud del suelo se recupera, lo que permite que las plantas crezcan más fuertes y saludables, incrementando así la calidad nutricional de los alimentos. Segundo, la diversidad de cultivos y técnicas de manejo natural de plagas reduce la dependencia de productos químicos, protegiendo la biodiversidad local y regional.
Además, la agricultura regenerativa fomenta una reactivación económica de la comunidad. Al enfocarse en sistemas de comercio justo y local, estas prácticas ayudan a que las comunidades agrícolas prosperen, manteniendo vivas las tradiciones y el conocimiento ancestral. En Cryptocafé, apoyamos a productores que se dedican a esta labor, y creemos que la historia de cada taza de café que ofrecemos refleja el esfuerzo y la dedicación de quienes trabajan la tierra pensando en los que vienen mañana.
La importancia de apoyar a pequeños agricultores y sus prácticas sostenibles
Es fundamental reconocer que nuestras elecciones como consumidores tienen un impacto real. Optar por productos que provienen de agricultura sostenible y de comercio justo no solo apoya a los pequeños productores, sino que también fomenta un cambio positivo en la industria. Es necesario tomar conciencia de que, al elegir productos cultivados de manera responsable, estamos ayudando a transformar el sistema agrícola actual en uno que beneficia a todos: desde el productor hasta el consumidor final y, por supuesto, al planeta.
La agricultura fue en su momento la base de nuestra civilización, y ahora, en pleno siglo XXI, puede ser la clave para solucionar algunos de los desafíos globales más urgentes. Regresar a una agricultura que sea una forma de vida sostenible, en lugar de una industria destructiva, es posible. En Cryptocafé, estamos comprometidos a apoyar y promover estas prácticas porque creemos que, a través de la colaboración, la transparencia y la sostenibilidad, podemos asegurar un futuro en el que todos disfruten de alimentos y bebidas de calidad, mientras se construye un mundo más justo y saludable.
Usemos las nuevas tecnologías para exigir trazabilidad y nuevos modelos de alimentación y cultivo.